Homero y su lazarillo, por William Adolphe Bouguereau (1874)
Homero (en griego antiguo Ὅμηρος Hómēros; c. siglo VIII adC) es el nombre dado al poeta y rapsoda griego antiguo al que tradicionalmente se le atribuye la autoría de las principales épicas griegas — la Ilíada y la Odisea—, la épica menor cómica Batracomiomaquia (‘La guerra de las ranas y los ratones’), el corpus de los himnos homéricos, y varias otras obras perdidas o fragmentarias tales como Margites. Algunos autores antiguos le atribuían el Ciclo Épico completo, que incluía más poemas sobre la Guerra de Troya así como poemas tebanos sobre Edipo y sus hijos. En todo caso, no cabe duda que es el pilar sobre el que se apoya la épica grecolatina y, por ende, la literatura occidental.
Tabla de contenidos
1 Biografía
2 La cuestión homérica
3 Aspectos históricos de los poemas
4 Contexto histórico
5 Notas
6 Referencias bibliográficas
7 Véase también
8 Enlaces externos
//
Biografía
En la figura de Homero confluyen realidad y leyenda, la tradición sostenía que Homero era ciego, y varios lugares reclamaban ser su lugar de nacimiento: Quíos, Esmirna, Colofón, Atenas, Argos, Rodas y Salamina. Sobre su nacimiento en la ciudad de Salamina de Chipre, se conserva el siguiente epigrama, atribuido al poeta helenístico Alceo de Mesene, en el que Homero protesta sobre su origen salaminio, y niega que se erigiera una estatua suya en esta ciudad y que su padre fuera un tal Demágoras:
Ni aunque el martillo surgir como Homero de oro me hiciera entre rayos flameantes de Zeus, soy ni seré salaminio ni el hijo de Meles lo será de Demágoras; ¡tal la Hélade lo vea! Con otro poeta probad; y mis versos vosotros a los Helenos, Musas y Quíos, cantadlos.[1]
Por lo demás su biografía es una hoja en blanco. Entre los investigadores hay considerable debate sobre si Homero fue una persona real o bien el nombre dado a uno o más poetas orales que cantaban obras épicas tradicionales.
Se ha cuestionado repetidamente si el autor de la Ilíada y la Odisea fue el mismo poeta, pues sí suele estarse de acuerdo en que la Batracomiomaquia, los himnos homéricos y los poemas cíclicos son posteriores a estos dos poemas épicos. Sin embargo, en la antigüedad clásica no sólo no existían estas dudas sino que la Ilíada y la Odisea eran consideradas relatos históricos reales.
El emperador Adriano preguntó al Oráculo de Delfos, sobre la existencia de Homero y el oráculo respondió que Homero realmente existió y también afirmó que fue el autor de la Ilíada y la Odisea.[2] Los trabajos de Homero son la más antigua referencia del viejo alfabeto griego. Convencionalmente, la historia nombra a Homero como el iniciador de la Antigua Grecia.
A veces a Homero se lo llama Meónides, ya sea porque Meonia era un antiguo nombre de Lidia donde, según algunos, había nacido, ya sea porque se decía que era hijo de un tal Meón.
La cuestión homérica
Artículo principal: Cuestión Homérica
Moneda griega de 50 dracmas con una nave en el anverso y la efigie de Homero en el reverso (1986)
Los investigadores están generalmente de acuerdo en que la Ilíada y la Odisea sufrieron un proceso de estandarización y refinamiento a partir de material más antiguo en el siglo VIII adC, lo que concuerda con la antigüedad reseñada por Herodoto y Arctino de Mileto. Un papel importante en esta estandarización parece haber sido jugado por el tirano ateniense Hiparco, quien reformó la recitación de poesía homérica en la festividad Panatenea. Muchos clasicistas sostienen que esta reforma debió haber implicado la confección de una versión canónica escrita.
El estudio de las menciones geográficas en la Ilíada desvela que el autor conocía detalladamente la actual costa turca y en particular Samotracia y el río Caistro, cerca de Éfeso. En cambio las referencias a la península griega son escasas y ambiguas. Todo esto indicaría que, de haber sido Homero una persona concreta, se trataría de un autor griego de principios del siglo VIII adC, natural de algunas de las ciudades de la actual costa turca.
Sin embargo, otros investigadores mantienen su creencia en la existencia de un Homero real. Se sabe e incluso se puede aventurar tan poco de su vida real que un chiste común es que los poemas «no fueron escritos por Homero, sino por otro hombre del mismo nombre», y el investigador clásico Richmond Lattimore, autor de unas respetadas traducciones poéticas al inglés de ambas épicas, escribió una vez un ensayo titulado Homero: ¿Quién era ella? (Homer: Who Was She?). Samuel Butler era más específico, teorizando que una joven mujer siciliana habría sido la autora de la Odisea (pero no de la Ilíada), una idea sobre la que especuló Robert Graves en su novela La hija de Homero.
En griego su nombre es Hómēros, que significa ‘rehén’. Hay una teoría que sostiene que su nombre proviene de una sociedad de poetas llamados los Homēridai, que literalmente significa ‘hijos de rehenes’, es decir, descendientes de prisioneros de guerra. Dado que estos hombres no eran enviados a la guerra al dudarse de su lealtad en el campo de batalla, no morían en éste. Por tanto se les confiaba el trabajo de recordar la poesía épica local, para recordar los sucesos pasados, en los tiempos anteriores a la llegada de la literatura escrita.
La mayoría de los clasicistas están de acuerdo en que independientemente de que hubiera un Homero individual o no, los poemas homéricos son el producto de una tradición oral, una técnica de generaciones de antigüedad que era la herencia colectiva de muchos cantantes-poetas, aoidoi. Un análisis de la estructura y el vocabulario de ambas obras muestra que los poemas contienen frases repetidas regularmente, incluyendo la repetición de versos completos. ¿Podrían la Ilíada y la Odisea haber sido poemas «de formulación oral», compuestos al momento por el poeta usando una colección memorizada de frases y versos tradicionales? Milman Parry y Albert Lord señalaron que una tradición oral tan elaborada, ajena a las culturas literarias actuales, es típica de la poesía épica en una cultura exclusivamente oral. Las palabras cruciales son «oral» y «tradición». Parry comenzó con la segunda. Los trozos de lenguaje repetitivo, afirmó, fueron heredados por el cantante-poeta de sus predecesores, y eran útiles para el poeta al componer. Parry llamó a estos trozos de lenguaje repetitivo «fórmulas».
Es objeto de debate exactamente cuándo estos poemas podrían haber tomando una forma escrita fija. La solución tradicional es la «hipótesis de la transcripción», en la que un «Homero» iletrado dicta su poema a un escriba en el siglo VI adC o antes. Homeristas más radicales, como Gregory Nagy, objetan que un texto canónico de los poemas homéricos como «escritura» no existió hasta el período helenístico.
Aspectos históricos de los poemas
Artículo principal: Troya
Otra cuestión importante es si las historias tienen una posible base real. Los comentarios escritos sobre la Ilíada y la Odisea en el período helenístico (del siglo III al I adC) comenzaban explorando las inconsistencias textuales de los poemas. Los clasicistas modernos continuaron con la tradición.
Las excavaciones de Heinrich Schliemann a finales del siglo XIX comenzaron a convencer a los investigadores de que había un fundamento histórico en la Guerra de Troya. La investigación (encabezada por los antes mencionados Parry y Lord) de las épicas orales en serbocroata y en lenguas turcas comenzaron a convencer a los expertos de que largos poemas podían ser preservados con consistencia por culturas orales hasta que alguien se tomase la molestia de ponerlos por escrito. El desciframiento del lineal B en los años 1950 por Michael Ventris y otros convencieron a los investigadores de una continuidad lingüística entre la escritura micénica del siglo XIII adC y los poemas atribuidos a Homero.
Algunos estudiosos como Joachim Latacz insisten en que el catálogo de naves del canto II de la Ilíada recoge la situación de la época del siglo XIII adC, es decir, de la civilización micénica.
Por otro lado, en base a los datos aportados por las tablillas micénicas en lineal B, se da concordancia entre muchas de las armas mencionadas en los poemas homéricos y armas de la época micénica.
Homero (en griego antiguo Ὅμηρος Hómēros; c. siglo VIII adC) es el nombre dado al poeta y rapsoda griego antiguo al que tradicionalmente se le atribuye la autoría de las principales épicas griegas — la Ilíada y la Odisea—, la épica menor cómica Batracomiomaquia (‘La guerra de las ranas y los ratones’), el corpus de los himnos homéricos, y varias otras obras perdidas o fragmentarias tales como Margites. Algunos autores antiguos le atribuían el Ciclo Épico completo, que incluía más poemas sobre la Guerra de Troya así como poemas tebanos sobre Edipo y sus hijos. En todo caso, no cabe duda que es el pilar sobre el que se apoya la épica grecolatina y, por ende, la literatura occidental.
Tabla de contenidos
1 Biografía
2 La cuestión homérica
3 Aspectos históricos de los poemas
4 Contexto histórico
5 Notas
6 Referencias bibliográficas
7 Véase también
8 Enlaces externos
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Biografía
En la figura de Homero confluyen realidad y leyenda, la tradición sostenía que Homero era ciego, y varios lugares reclamaban ser su lugar de nacimiento: Quíos, Esmirna, Colofón, Atenas, Argos, Rodas y Salamina. Sobre su nacimiento en la ciudad de Salamina de Chipre, se conserva el siguiente epigrama, atribuido al poeta helenístico Alceo de Mesene, en el que Homero protesta sobre su origen salaminio, y niega que se erigiera una estatua suya en esta ciudad y que su padre fuera un tal Demágoras:
Ni aunque el martillo surgir como Homero de oro me hiciera entre rayos flameantes de Zeus, soy ni seré salaminio ni el hijo de Meles lo será de Demágoras; ¡tal la Hélade lo vea! Con otro poeta probad; y mis versos vosotros a los Helenos, Musas y Quíos, cantadlos.[1]
Por lo demás su biografía es una hoja en blanco. Entre los investigadores hay considerable debate sobre si Homero fue una persona real o bien el nombre dado a uno o más poetas orales que cantaban obras épicas tradicionales.
Se ha cuestionado repetidamente si el autor de la Ilíada y la Odisea fue el mismo poeta, pues sí suele estarse de acuerdo en que la Batracomiomaquia, los himnos homéricos y los poemas cíclicos son posteriores a estos dos poemas épicos. Sin embargo, en la antigüedad clásica no sólo no existían estas dudas sino que la Ilíada y la Odisea eran consideradas relatos históricos reales.
El emperador Adriano preguntó al Oráculo de Delfos, sobre la existencia de Homero y el oráculo respondió que Homero realmente existió y también afirmó que fue el autor de la Ilíada y la Odisea.[2] Los trabajos de Homero son la más antigua referencia del viejo alfabeto griego. Convencionalmente, la historia nombra a Homero como el iniciador de la Antigua Grecia.
A veces a Homero se lo llama Meónides, ya sea porque Meonia era un antiguo nombre de Lidia donde, según algunos, había nacido, ya sea porque se decía que era hijo de un tal Meón.
La cuestión homérica
Artículo principal: Cuestión Homérica
Moneda griega de 50 dracmas con una nave en el anverso y la efigie de Homero en el reverso (1986)
Los investigadores están generalmente de acuerdo en que la Ilíada y la Odisea sufrieron un proceso de estandarización y refinamiento a partir de material más antiguo en el siglo VIII adC, lo que concuerda con la antigüedad reseñada por Herodoto y Arctino de Mileto. Un papel importante en esta estandarización parece haber sido jugado por el tirano ateniense Hiparco, quien reformó la recitación de poesía homérica en la festividad Panatenea. Muchos clasicistas sostienen que esta reforma debió haber implicado la confección de una versión canónica escrita.
El estudio de las menciones geográficas en la Ilíada desvela que el autor conocía detalladamente la actual costa turca y en particular Samotracia y el río Caistro, cerca de Éfeso. En cambio las referencias a la península griega son escasas y ambiguas. Todo esto indicaría que, de haber sido Homero una persona concreta, se trataría de un autor griego de principios del siglo VIII adC, natural de algunas de las ciudades de la actual costa turca.
Sin embargo, otros investigadores mantienen su creencia en la existencia de un Homero real. Se sabe e incluso se puede aventurar tan poco de su vida real que un chiste común es que los poemas «no fueron escritos por Homero, sino por otro hombre del mismo nombre», y el investigador clásico Richmond Lattimore, autor de unas respetadas traducciones poéticas al inglés de ambas épicas, escribió una vez un ensayo titulado Homero: ¿Quién era ella? (Homer: Who Was She?). Samuel Butler era más específico, teorizando que una joven mujer siciliana habría sido la autora de la Odisea (pero no de la Ilíada), una idea sobre la que especuló Robert Graves en su novela La hija de Homero.
En griego su nombre es Hómēros, que significa ‘rehén’. Hay una teoría que sostiene que su nombre proviene de una sociedad de poetas llamados los Homēridai, que literalmente significa ‘hijos de rehenes’, es decir, descendientes de prisioneros de guerra. Dado que estos hombres no eran enviados a la guerra al dudarse de su lealtad en el campo de batalla, no morían en éste. Por tanto se les confiaba el trabajo de recordar la poesía épica local, para recordar los sucesos pasados, en los tiempos anteriores a la llegada de la literatura escrita.
La mayoría de los clasicistas están de acuerdo en que independientemente de que hubiera un Homero individual o no, los poemas homéricos son el producto de una tradición oral, una técnica de generaciones de antigüedad que era la herencia colectiva de muchos cantantes-poetas, aoidoi. Un análisis de la estructura y el vocabulario de ambas obras muestra que los poemas contienen frases repetidas regularmente, incluyendo la repetición de versos completos. ¿Podrían la Ilíada y la Odisea haber sido poemas «de formulación oral», compuestos al momento por el poeta usando una colección memorizada de frases y versos tradicionales? Milman Parry y Albert Lord señalaron que una tradición oral tan elaborada, ajena a las culturas literarias actuales, es típica de la poesía épica en una cultura exclusivamente oral. Las palabras cruciales son «oral» y «tradición». Parry comenzó con la segunda. Los trozos de lenguaje repetitivo, afirmó, fueron heredados por el cantante-poeta de sus predecesores, y eran útiles para el poeta al componer. Parry llamó a estos trozos de lenguaje repetitivo «fórmulas».
Es objeto de debate exactamente cuándo estos poemas podrían haber tomando una forma escrita fija. La solución tradicional es la «hipótesis de la transcripción», en la que un «Homero» iletrado dicta su poema a un escriba en el siglo VI adC o antes. Homeristas más radicales, como Gregory Nagy, objetan que un texto canónico de los poemas homéricos como «escritura» no existió hasta el período helenístico.
Aspectos históricos de los poemas
Artículo principal: Troya
Otra cuestión importante es si las historias tienen una posible base real. Los comentarios escritos sobre la Ilíada y la Odisea en el período helenístico (del siglo III al I adC) comenzaban explorando las inconsistencias textuales de los poemas. Los clasicistas modernos continuaron con la tradición.
Las excavaciones de Heinrich Schliemann a finales del siglo XIX comenzaron a convencer a los investigadores de que había un fundamento histórico en la Guerra de Troya. La investigación (encabezada por los antes mencionados Parry y Lord) de las épicas orales en serbocroata y en lenguas turcas comenzaron a convencer a los expertos de que largos poemas podían ser preservados con consistencia por culturas orales hasta que alguien se tomase la molestia de ponerlos por escrito. El desciframiento del lineal B en los años 1950 por Michael Ventris y otros convencieron a los investigadores de una continuidad lingüística entre la escritura micénica del siglo XIII adC y los poemas atribuidos a Homero.
Algunos estudiosos como Joachim Latacz insisten en que el catálogo de naves del canto II de la Ilíada recoge la situación de la época del siglo XIII adC, es decir, de la civilización micénica.
Por otro lado, en base a los datos aportados por las tablillas micénicas en lineal B, se da concordancia entre muchas de las armas mencionadas en los poemas homéricos y armas de la época micénica.
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